martes, 28 de julio de 2009
Premonición
Esta mañana he advertido que hace ya algunas semanas que te vienes escapando por las noches. Ahora, en tu lugar, sueño con dogos parlantes y pepitas de oro.
Esta mañana he sabido que finalmente escogiste un lado de la cama porque ya no duermes solo. Quizás por eso tus ausencias nocturnas y tus silencios de día. Ahora tienes quien te sueña, pero sin agua de por medio.
miércoles, 22 de julio de 2009
Aniversario
Seis meses y ahí siguen mis pequeñas cosas empacadas, todas vírgenes e inmaculadas, como si acabaran de llegar. Se niegan a obedecer, a adaptarse a los nuevos tiempos. Dicen que no cesarán hasta que el bueno de Mr. Hyde se anime a protagonizar otro de sus episodios disociativos. Dicen que se sienten estafadas y protestan desperdigándose por el piso, despertándome a media noche con desafinadas y espontáneas caceroladas reclamando su dosis de Nuevos Aires. Revolucionarias… ¡de dónde habrán sacado esas ideas!
Tomo asiento, me remango la camisa y también los bajos de los pantalones e intento negociar… Tienen que entender: no habrá más adioses por ahora. Se agotaron las minas de plata y es tiempo de batirse el cobre. Aunque, tampoco les culpo, yo también echo de menos los moluscos acidulados al compás de Michelle, los golpeteos percusionados y las cuerdas punteadas de sus dedos sonrientes… yo también extraño la felicidad.
La señorita del todo guardado y escondido en compartimentos se tropieza día y noche con ese reloj que no tenía, con esos planes que no hacía y con esa cicatriz desordenada de la pierna izquierda que parece más grande desde que volvió.
Tomo asiento, me remango la camisa y también los bajos de los pantalones e intento negociar… Tienen que entender: no habrá más adioses por ahora. Se agotaron las minas de plata y es tiempo de batirse el cobre. Aunque, tampoco les culpo, yo también echo de menos los moluscos acidulados al compás de Michelle, los golpeteos percusionados y las cuerdas punteadas de sus dedos sonrientes… yo también extraño la felicidad.
La señorita del todo guardado y escondido en compartimentos se tropieza día y noche con ese reloj que no tenía, con esos planes que no hacía y con esa cicatriz desordenada de la pierna izquierda que parece más grande desde que volvió.
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