jueves, 23 de abril de 2009
Mi milagro favorito
Murió de repente un día o quizá de noche, aunque probablemente fuera al amanecer pues le gustaba viajar por las fronteras y no consentía que nada sucediera al azar, ni siquiera, y sobre todo, su muerte. Se fue sin avisar, sin despedirse, sin hacer apenas ruido, del mismo modo en que vino. Murió y no le importó, pues lo que le aguardaba tras ese último aliento moribundo que desprendía imparable el hedor a muerte enferma, fue lo más bello que le ocurrió en vida. Se reencarnó en lo único que como ser humano fue capaz de amar incondicionalmente sin reservas ni vergüenza. Él se transformó en ella y, tal como fue su deseo, nunca fue pronunciada. Cubrió por entero su alma con tinta espesa y negruzca y vistió miles de páginas blancas con su traje de luto, impregnándolas de sensualidad y sabiduría. Murió y se volvió palabra.
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1 comentario:
Hacía mucho que no pasaba por tu blog...
me ha gustado mucho este relato
espero que andes bien, traduciendo todas las cosas
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