viernes, 9 de enero de 2009

Demodé

Estoy harta. Todos los días igual. Cada mañana, voy a desayunar a la cafetería que hay frente a mi casa y cada mañana el camarero se confunde y me sirve algo que no he pedido. Yo nunca digo nada; y es que veo al hombre tan atareado poniendo desayunos que me da pena decirle que, en realidad, lo que yo quiero es un café. No me importa que se equivoque con los churros, las porras también me gustan, pero tener que tomarme una caña a las 8 de la mañana cuando en la calle está nevando empieza a afectar seriamente a mi salud.

A veces pienso que lo hace a propósito y que se divierte viéndome sufrir. Pero no consigo hallar una razón lógica que justifique dicha mezquindad, sobre todo teniendo en cuenta que apenas nos conocemos y sería absurdo que me guardara rencor.

Cabe la posibilidad de que no me exprese con la suficiente claridad o que sea un poco duro de oído y que con tanto ruido de fondo no entienda la comanda. Pero muestra tanta seguridad cuando me planta la cerveza encima de la barra que me da la impresión de que la equivocada soy yo. Además he comprobado que al resto de clientes no se les queda cara de imbécil cuando reciben su pedido.

Así que esta mañana, como había poca gente en la cafetería, me he decidido a preguntarle y casi me caigo al suelo redonda cuando me ha contestado.

Al parecer la expresión “me pones un café” ya no se emplea para designar lo que de toda la vida de dios se conocía comúnmente como “quiero un café”. En mi ausencia ha surgido una nueva acepción y lo que ocurre es que ando desactualizada. Ahora, si pides un café el camarero te pone simple y llanamente lo que le salga del pito.

En fin, que esta tarde he tenido que comprarme una nueva edición del diccionario para evitar malos entendidos en el futuro.

Me he quedado muerta al comprobar que la mayoría de las palabras que se utilizaban para expresar un concepto relativo a los distintos estados afectivos han adoptado nuevos significados contradictorios que se entremezclan en las oraciones sin ninguna lógica. Ahora lo que se lleva es una sintaxis rebosante de paradojas y absurdas incongruencias. Así que imagino que el "tengo ganas de verte" significa ahora "me importas una mierda".

Tendré que ponerme al día.

2 comentarios:

Yoyó dijo...

Keep going!!!!Keep going!!!! Turn left!! Turn right!!!

Mirabel dijo...

jajaja Qué grandes momentos pasamos en aquella balsa!!! Qué recuerdos... Gracias amor, por pasarte por aquí y por los ánimos.